Descripción un tanto irrelevante. Mi casa
y mi habitación, albergan libros. Al frente de mi cama, literatura europea y
norteamericana; al lado izquierdo, latinoamericana, española y portuguesa. En el
pasillo, justo al salir y a la izquierda, el estante de los escritores
ecuatorianos. Al lado, en mi “escritorio”, enciclopedias y libros de consulta, de
ciencia, de historia, de economía y de política, biografías y Ensayo. Y, por supuesto,
filosofía y teología y religiones, literatura de Oriente y un poco de lo poco que llega del Continente de los orígenes. Y diccionarios. De casi todo porque casi
todo lo ignoro y debo consultar a menudo “qué es eso” que me inquieta o me produce
curiosidad.
También hay, claro, un televisor. Veo
noticias, una película, algo de fútbol cuando hay un buen partido, y series
gringas de misterio y de crímenes. No aguanto las de humor. El humor gringo me
parece chirle y forzado. Y muy bueno, en cambio, cuando no se propone “ser” humor,
La estupenda serie SCORPION (martes a las 20:00 en AXN, y no es cuña), aventuras
de cuatro genios con IQ más alto que el de Einstein –todos rondan los 190–, es
todo un canto a la ciencia y la tecnología con gags de humor que ya quisieran
las “humorísticas”.
Me llama mucho la atención que haya
tantos, tan diversos y perversos criminales en esos filmes de no más de una hora
de duración y siempre en formato teleserie con argumento continuo. Pululan en
ellas asesinos en serie y asesinos múltiples, psicópatas y sociópatas,
torturadores sádicos, degenerados sexuales y violadores, en fin. Toda una fauna
de criminales de la peor especie, en una sociedad que se ufana de ser la más
desarrollada del mundo. Pero no es el desarrollo material, industrial y ni siquiera el científico, lo que retrata y
perfila el “alma” de una sociedad, su psiquis colectiva, su naturaleza ética y
humana. No. Es el Arte el reflejo de lo que esa sociedad es por dentro, de lo
que son sus individuos y lo que es ella en términos generales. Porque
una sociedad, en el fondo, no es otra cosa que la suma de sus individualidades…
Sobre la cabecera de la cama, un bello
desnudo fotográfico, regalo de Pablo Corral Vega. A lado y lado, dibujos
eróticos que alguna vez me obsequió Patricio Palomeque. Los tenía en la sala y
en el comedor pero noté que algunos visitantes se acholaban a la vista de los
cuerpos desnudos de las dos jóvenes modelos de Pablo, y más aún con los enredos
orgiásticos de Patricio, explícitos y atrevidos. Así que, como no me asusta el
erotismo ni me produce vergüenza la desnudez ni el sexo me parece sucio ni
pecaminoso, decidí ahorrarles vergüenzas y mortificaciones a mis escasos
visitantes, y convertí mi cuarto en una especie de librería con sexo gráfico,
ya que no real. O sea… Algo es algo. La edad que dicen… ese tiempo en el que el
sexo es más que todo visto y leído… Y ni siquiera oral, escrito…
Por ahí andan El amante de Lady
Chaterley, los Trópicos de Miller, Memorias de una cortesana, algunas obras
algo inocentes diría, de don José María, pero no Velasco Ibarra quien de lo que
sé era entre ascético y pudibundo, sino del otro, de Vargas Vila, él sí, cachondo…
También un tomo de Poesía erótica española e hispanoamericana y los sonetos de
don Pedro Aretino, que se las traen… En un estante alto, mi pequeña colección
de comics de Milo Manara, que no les tienen nada que envidiar a los sonetos de su paisano… Cine
3X, no tengo. El Porno cinematográfico me parece aburrido… Siempre la misma
cabalgata… En cambio, sí rondan por ahí Historia de O, las Emannuelle, Vida
de Adele, Ninfomanía de von Trier, Nueve semanas y media, Betty Blue y el
Imperio de los sentidos, Orquídea salvaje, El Decameron de Passolini, el Amante
y Primas cariñosas (que me alborota los recuerdos). En fin, varias más. Porque
el cine erótico hecho con talento, es otra cosa…
También hay, en un pedazo de pared que
dejó libre el estante hispanoamericano, una larga cabellera de lana azul,
tejida en 9 trenzas iguales, ceñidas cada una con precisa simetría por un
anillo multicolor también de lana. Cada trenza, esto seguro aunque sólo conté
los de una, tiene 150 cabellos azules… La cabellera, que me recuerda a Léa
Seydoux, la hermosa protagonista de cabello azul del filme de Abdellatif
Kechiche que ganara Cannes hace algunos años, la tejió una mujer que ocupó
espacio hondo y largo en mi vida… hace años. Espacio que vació primero, llenó
después y desapareció luego como un relámpago, una “niña linda” cuya presencia
física no duró tanto, pero que sigue ahí… en la memoria… Y en el túnel del
tiempo de ese vacío…
A lado y lado, los veladores. Disculpen
la prolijidad pero ahora llego a lo que importa. Al menos a mí. Los libros,
digamos, de cabecera. Los de siempre. A los que acudo cuando me siento bien o
cuando me siento mal. Los que me salvan o me refuerzan. Los que vitalmente me
entristecen con mesura o me alegran con generosidad. A mi izquierda, entre el
cabezal de la cama y las tablas del librero, apretados por un trozo desigual
pero con un lado plano y recto de roca volcánica que traje hace años del Parque
Nacional del Cajas, en Azuay, están al alcance de mi mano zurda Don Miguel de
la Mancha en la hermosa edición limitada que hizo en Valencia en 1967 Alfredo
Ortells Ferriz, con motivo de los 1,000 años del Idioma Español, encuadernada en cuero repujado a mano, con 156 grabados de
Gustavo Doré, comentada por don Diego Clemencín y un estudio crítico de Luis
Astrana Marín. (No lo presto. Ni lo vendo). Al lado y hacia el fondo, las obras
completas del dramaturgo inglés –ya saben cuál– en una bella edición de
Aguilar, que ya no existe, también de 1967. Vecinos, los 4 tomos –me falta el
Nro. 1 que desapareció de mi biblioteca hace algunos años y espero haya sido
leído y gozado– las Obras Completas de Octavio Paz en la bella edición de
Galaxia Gutemberg del Círculo de Lectores, de 2001; enseguida, los también 4
tomos –no falta ninguno– de las Obras Completas de Jorge Luis Borges en la
Edición de Emecé Editores, de 2000. Otra, más antigua y de la misma Editorial, en un solo tomo, envejece y amarillea en otro lugar. Al final de la fila, el diccionario
Larousse, compañero imprescindible del lector que pretende escribir. A la par
que los significados académicos de los vocablos de la lengua, funge también de
precisa cuanto resumida enciclopedia de nombres ilustres y lugares del mundo. Y
hasta tiene unas cuantas páginas de latinajos más o menos recurrentes.
En el velador a mi derecha y también
apretados por un pedazo de roca del mismo origen, diez o doce volúmenes de los distintos
temas que me interesan: economía, historia, política, dos o tres novelas
recientes, García Lorca y Neruda, Montale y Kavafis, Vallejo. Al alcance. La
mayoría, excepto los poetas, no duran sino lo que dura su lectura. La atosigante actualidad se impone y remplaza a
Hobsbawm por Auster, a Murakami por Chomsky, a William Ospina por Karen
Armstrong, a lo más reciente de Vásconez o de Cárdenas, por lo actual de Ubidia o de E. Carrión… Y así…
El final –o inicio– de la historia, es
que anoche no podía dormir, en lo cual tiene culpa cierta burocracia financiera
que ejerce su metro cuadrado de Poder por los lados de la Wilson, y decidí volver a Borges. Estiré la mano
sabiendo que, al final, alanzaba a tocarlo… Al oscuro tomé un libro, encendí la
luz y vi que era el Segundo Tomo, que empieza con uno de sus mejores libros:
Otras inquisiciones, publicado en 1952. Y lo empecé a leer desde el primer
Ensayo, textos cortos que Borges llama con sencillez, Notas… La segunda Nota es
“La esfera de Pascal”, y alude tanto a la circunferencia y a sus puntos, como
al Universo y, por supuesto, al dios cristiano que Borges cita, respetuoso:
Dios.
Esa lectura, y la de otras Notas de ese
tomo, me llevaron a ciertas lucubraciones que dejaré para otro rato… Porque
ahora me ocupa otra idea: La cama es un lugar en el que sólo tienen cabida el amor,
su necesario complemento el sexo, la literatura y el sueño. Por eso en mi cama
siempre hay uno o varios libros, muy ocasionalmente una bella compañía, y el
sueño. Jamás llevaría a la cama, y esta es la idea, un computador portátil, una
iPad o un Kindle… Me parecería una irrespetuosa profanación…
Como llevar una muñeca de plástico en
lugar de acudir al deseado y deseable cuerpo de una amiga… ESA amiga…
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