Casi dos meses de ausencia de las redes sociales y de
trabajo en mi blog, por diversas razones, me impidieron conocer antes la última
salida del GCM (Gran Cronista de Modas) con respecto a la frase presidencial
sobre el uso de la tarjeta de crédito por el padre de familia antes en la
miseria, hoy en la Clase Media tras 8 años de Revolución Ciudadana. Y, tampoco, el “genial" Meme que sobre el tema publicó, y fue difundido NEDiáticamente
por admiradores, portavoces y parlantes, el banquero candidato.
La salida NEDiática tiene un titulo algo
autoincriminatorio, pero eso es lo de menos: “Correa ya se tostó: ahora es
pieza de museo”. ¿El contenido? No menos sorpresivo que sorprendente… Se le
supone “literato” o, al menos, ducho en intríngulis idiomáticos y semánticos.
No diré que no lo esperaba. Lo esperaba pero pensé, seriamente,
que el argumento sería inteligente, sofisticado, como corresponde a un erudito
que se solaza en citas literarias de toda época –su cultura es tan amplia y
profunda que la voz abismal no le alcanza: es abisal–, derecho que niega a
quienes no comparten su pensamiento –digamos–, cuando de vez en cuando citan
algún clásico leído de prisa y obligados en el bachillerato, o escuchado en la
tele o en la radio. Porque esa cultura, la de esos “bachilleres a duras penas”,
no es la adquirida con ojos y nariz metidos en los clásicos y en la ciencia y
en la filosofía y en la teología y en la… en fin, en el Cosmos de su insondable
y, ella sí, Legítima Cultura. Porque la de “esos”, es ∫apenas culturita de
Selecciones, Vanidades o Discovery: desdeñable, que se van a creer estos. O
estas…
Y como tardó algunos días, supuse que saldría con un argumento
analítico incontestable: definitivo. Para dejar en rid ículo al obsesivo centro de sus
preocupaciones políticas. Una pena porque el esperado ensayo refutativo (me
gusta más que refutatorio, ¡ay!, tan RAE) polítiliteraideolófilosófico, fue, a
cagandas, El Parto de los Montes. El sólo título y el primer párrafo, ya
denuncian el odio irracional que sustenta la falacia. La mención El
Humor/Textos, sólo sugiere, por si haya que rectificar, la talanquera por donde
se pueda eludir el tema si alguien lo toma en serio, tan en serio como se escribe.
Porque el humor no nace del odio ni de la sinrazón: es su negación. Cito título
y párrafo, avales del Profundo Conocimiento y Vasta Sabiduría del Banquero
Candidato, y al parecer, de su Consejero gramatical y literario.
Correa ya se tostó: ahora
es pieza de museo.
Es oficial: el cerebro del
presidente de la República se tostó del todo. A la vista está. Fue muy
comentada (sólo
faltaba yo, debió pensar) la última de
sus torpezas, ésa de mandar a los desempleados a usar tarjetas de crédito para
solventar el problema de la falta de dinero. Semejante propuesta es de las que
pasan a la historia. Hay casos parecidos…
Se refieren, unos y otros –título, texto y amanuense
políticobancario–, a la inteligentísima y honesta interpretación que el Pre candidato
Lasso hizo en días pasados en un Meme, de una frase pronunciada por el
Presidente de la República en la entrevista televisiva de Carlos Rabascall en
su programa “De cara al futuro”, con Alberto Padilla y Orlando Pérez, ante una
inquietud del primero de estos. ¿El tema? La situación del país en general.
La pregunta del periodista Padilla se refirió exacta y explícitamente
a la situación del Ecuador en comparación con los vecinos Colombia y Perú, y
mencionaba que Ecuador está en inferioridad de condiciones sociales frente a
estos países. A lo cual el Presidente Correa acudió, a manera de ejemplo, a una
analogía para comparar la situación ecuatoriana antes de su mandato y la que
hoy presenta la economía del país. La analogía es clara y reproduzco el párrafo
pertinente, que escuchamos quienes vimos la entrevista. Tomo el texto de El Comercio:
El país, antes del
Gobierno, era como una familia que vivía en una casita de caña, en un terreno
ilegal, sin educación ni salud para sus hijos, y encima el jefe de familia
pierde su trabajo y se queda en la miseria y sin comer. Ahora somos una familia
de clase media, con una casa de cemento, de dos pisos, un carro, terreno
legalizado, hijos con educación y salud. Tenemos un problema, tal vez nos
quedamos sin empleo, el jefe de familia, pero tiene tarjeta de crédito para
seguir subsistiendo. Entonces, el país ya está en otro nivel.
Interpretar este párrafo, comparativo de la situación del país
antes y ahora, mediante la analogía entre el país y una familia antes en la
miseria y ahora con mejor nivel económico pero enfrentada a la parte de crisis
mundial que a todos nos corresponde, con que el Presidente “aconseja” o “sugiere”
o “manda” a los desempleados a “usar tarjetas de crédito para solventar el problema de la falta de
dinero”, como hacen con profunda inteligencia, indudable honestidad intelectual
y sagaz capacidad de análisis literario el banquero Lasso y su parlante, requiere
de una de varias condiciones. O de todas ellas. Incluso el GCM (Gran Cronista
de Modas) se permite, con soberbia, pedestre y ostentosa erudición, citar,
comparándola con la frase presidencial, la archiconocida y burlona perversidad
de la reina María Antonieta de Francia, “si el pueblo no tiene pan, que coma
tortas”.
En primer lugar, se requiere no
haber escuchado la entrevista completa ni la pregunta a la inquietud del reportero
Padilla o no haberla entendido en el contexto de ese momento del diálogo. Esta
última posibilidad podría ser posible en el banquero candidato, para quien no debió ser materia de mucho interés la Preceptiva Literaria en bachillerato, pero imposible en el
analista erudito que bien debió aprender de corrido en bachillerato las figuras
retóricas y los recursos literarios para el bien escribir, en lo cual goza de
merecida fama como “El mejor cronista de los últimos tiempos”, según dice
admirativamente un su afectuoso amigo.
Ya conocemos las intenciones
políticas del banquero para querer tergiversar y manipular la frase del
Presidente, y conocemos de sobra, también, la atención que el comentarista pone
en los eventos oficiales para poder describir prolijamente, no los hechos de
fondo ni al sustrato político o económico de medidas y actos de gobierno, sino
la vestimenta, la entonación, el volumen de la voz o las posibles
equivocaciones fonéticas de los asistentes o participantes. Mejor dicho, para
describir y analizar de exacta manera el Concierto a partir “del color de las
medias del pianista”.
Pero ni el banquero ni su parlante
escucharon mal ni entendieron peor. Escucharon y entendieron a la perfección, pero
sus intenciones eran otras: tergiversar y manipular las palabras escuchadas,
con aviesa intención política el uno, con remordido odio el otro. O, quizá, con
el legítimo interés, no declarado, de acogerse a los boyantes y supuestamente
generosos brazos del banquero en procura de financiación a sus diatribas.
Cada quien tiene derecho a vivir de
su trabajo y a elegir o aceptar sus patrocinadores y financistas…