El domingo 25 de octubre, habrá en
Colombia elecciones para autoridades seccionales y regionales: gobernaciones y
asambleas departamentales, alcaldías y concejos municipales, y juntas
parroquiales. Y si nos atenemos a la realidad social y política del momento,
los 33 millones de colombianos aptos para votar, y sin mirar a la derecha ni a
la izquierda aunque los dos lados están bien definidos en sus cercanías
ideológicas, tienen un panorama que
puede dibujarse en 3 caminos evidentes:
1.- Una ultra derecha guerrerista y
paramilitar que, de triunfar, hará todo lo posible y con renovados bríos, por
torpedear el Proceso de Paz y volver a las masacres, los desplazados, a la
corrupción administrativa –que tampoco ha desaparecido, por cierto, pero se
agudizaría al extremo–, a la guerra indefinida y eterna que le permite a esa
ultraderecha enriquecerse y acaparar tierras “liberadas” de campesinos por las
bandas paramilitares, a las tumbas colectivas y a los falsos positivos. Es
decir, el acceso de nuevo al poder casi total de las huestes uribistas
identificadas, falsamente, como Centro Democrático. Que ni es centro ni es
democrático por ninguno de sus lados: es simple y llanamente, fascismo corrupto
y violento, que medra y vive de la guerra porque ese ha sido y es su
camino de enriquecimiento y de venganza.
2.- Hacia el Centro, y en el caso de
Bogotá, la alcaldía más importante y verdadera antesala de la Presidencia de la
República, el motejado de Liberal pero impregnado de uribismo y vinculado a lo
peor de la política colombiana en los últimos 70 años, Enrique Peñalosa. Fue un
buen alcalde y podría volver a serlo, pero su cercanía con el ex presidente
Uribe lo contamina. Y si de ahí salta a la Presidencia de la República, el
peligro de un regreso del uribismo más corrupto y criminal es patente. Si llega
con votos del Centro Democrático, los tendrá que pagar.
Por el otro lado pero en el mismo sector
centro derechista, Rafael Pardo, más cercano al actual Presidente y más
comprometido con la paz, pero igualmente miembro de la oligarquía bogotana. No
es garantía de progreso ni de cambio sino de regreso al pasado pre Uribe. Nada
confiable.
3.- La Tercera Opción, está a la
izquierda con Clara López. Identificada con el Proceso de paz y claramente
definida como persona de ideas progresistas, en la resignificación que el
vocablo tiene en la América Latina y su nuevo rumbo hacia el socialismo, Clara
López sería, como Alcalde de Bogotá, un peldaño cierto en la escalera hacia la
conquista del poder. Escalera, por cierto, aún muy empinada por el
conservadurismo de la sociedad colombiana y la dependencia intelectual, moral y
emocional de la mayoría de su población de los dogmas e imposiciones de la
Religión Católica. Si a ello se agrega la influencia, aún muy grande, que tiene
el ex Presidente Uribe en un sector refractario a darle oportunidades políticas
a las guerrillas una vez alcanzada la paz, el camino se torna todavía más arduo
y la escalera más resbaladiza.
Sin embargo, ya existe un sector de la
sociedad colombiana que poco a poco se va alejando de las promesas militaristas
de Uribe de conseguir la paz mediante la guerra, dado que esa política de
violencia militar y paramilitar coaligadas no dio resultados positivos, en el
buen sentido, en 8 años de mandato, y en cambio produjo un hondo deterioro
ético de las FFAA. Aparte de una incierta pero en todo caso numerosa cantidad
de víctimas inocentes, cerca de 4 mil considerados como falsos positivos. En
cuyo número no se cuentan todas las víctimas incineradas, enterradas en fosas
comunes y desaparecidas por otros métodos, todo ello dentro del objetivo del
gobierno uribista de acabar con las guerrillas.
Colombia tiene, pues, el domingo, 25 ante sí, la posibilidad de darle fin a un conflicto de 60 años que parece a
punto de terminar, o de retrotraer la sociedad colombiana a las épocas aciagas
cuando el nefasto gobernante prometía y la gente ingenua o desesperada creía que sólo la violencia oficial y extraoficial, podía
terminar con la violencia guerrillera. Ya se vio que no es así. Pero una cosa
dice la lógica y otra la mentalidad de un pueblo más cercano al Corazón de
Jesús que a la justicia social. Y muy proclive a la compra de votos…
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