sábado, 18 de julio de 2015

De la visita Papal y franciscana…

Frases del Papa que “no entendieron” los higiénicos
Si se analizan las frases del Papa, no las sacadas de contexto por una oposición manipuladora y mendaz o por los analistas higiénicos que pretende torcer un riel con una pluma, sino las que en verdad dijo en su contexto completo, el Papa Francisco se paseó por la América más profunda para concordar con los esfuerzos de cambio que los gobiernos progresistas de la región intentan desde hace poco más de doce años. Su discurso en todos los escenarios, coincidió casi al milímetro con el pensamiento social de los nuevos líderes de la región, especialmente Rafael Correa y Evo Morales. Aunque esa verdad monumental y verificable, les arda en las entrañas.
Por cierto, no sin desgranar aquí y allá alguna reconvención ante desaciertos que nadie niega pero que, en el balance, poco significado tienen para unos pueblos que, al fin, están viendo que sí les es posible a los gobiernos, cuando se sacuden de las cadenas que los han atado siempre a las decisiones de los centros de poder económico, gobernar para ellos, el pueblo, para los más que siempre han sido los de menos. Esta son algunas de esas frases.

No fueron gratuitas las frases de respuesta al discurso inicial del Presidente Correa, al inicio de su gira por Ecuador:
“En el presente, también nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía América Latina tiene.
“Para esto, Señor Presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”.
Llevar a su propio molino, como hizo un comentarista reaccionario de la parroquia, que oculta su odio tras la falsa cortina del “respeto”, en concordancia con una oposición tan miope como sorda, las frases “fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones” o “servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad”, sugiriendo con forceps que las frases eran un aval a las manifestaciones en contra de la última semana, pero ignorando en cambio, con ignorancia voluntaria y mezquina aquello de: “los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos”, es hilar tan fino que con solo observar se rompe el tejido y se muestra el cobre.

Otras frases del papa Francisco en América Latina que merecen atención y una notita aclaratoria para sordos y ciegos voluntarios, son estas tomadas de sus Discursos, no de las versiones antojadizas de la prensa InDependiente:

«Siento alegría y gratitud al ver la calurosa bienvenida, es una muestra más del carácter acogedor, que tan bien define a las gentes de esta noble Nación. Le agradezco, Señor Presidente, sus palabras. Le agradezco sus consonancias con mi pensamiento, me ha citado demasiado. Gracias. A las que correspondo con mis mejores deseos para el ejercicio de su misión, que pueda lograr lo que quiere para el bien de su pueblo».
«En el presente, también nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables, que son la deuda que todavía América Latina tiene.
«Para esto, Señor Presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia, para servir a este pueblo ecuatoriano que se ha puesto de pie con dignidad. Amigos todos, comienzo con ilusión y esperanza los días que tenemos por delante».
Pretender apropiarse de estas frases como si las hubiera concebido para los protagonistas de una protesta de útlima hora, es por lo menos inmoral.

«Empecemos reconociendo que necesitamos un cambio. Quiero aclarar, para que no haya malos entendidos, que hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos y, en general también de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo. Hecha esta aclaración, propongo que nos hagamos estas preguntas:
«¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad?
«¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?
«Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio».
No reconocer en estas frases la concordancia evidente con el pensamiento de los gobiernos progresistas de América, sobre todo los visitados, no sólo es inmoral: es estúpido.

«Cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana, enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta nuestra casa común».
¿No ha sido acaso, divisa ideológica de nuestros gobiernos de avanzada el que la Economía debe estar el servicio del ser humano y no el ser humano al servicio humillante del dinero y la economía? Negarlo es no tener oídos o tenerlos tupidos por la cera cristalizada del odio y la inconsciencia.

«Ustedes son sembradores de cambio. Aquí en Bolivia he escuchado una frase que me gusta mucho: «proceso de cambio». El cambio concebido no como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró tal o cual estructura social. Dolorosamente sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir.
«Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, los procesos, donde la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. La opción es por generar proceso y no por ocupar espacios. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por «vivir bien». Dignamente, en ese sentido».
Es justamente ese proceso de cambio en el que están empeñados nuestros gobiernos, el que pretenden deslegitimar unos porque no les han pedido permiso, otros porque lo quieren ya, como si 500 años de colonialismo se pudieran revertir en una década.

«Los pueblos del mundo quieren ser artífices de su propio destino. Quieren transitar en paz su marcha hacia la justicia. No quieren tutelajes ni injerencias donde el más fuerte subordina al más débil. Quieren que su cultura, su idioma, sus procesos sociales y tradiciones religiosas sean respetados.
«Ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía y, cuando lo hacen, vemos nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia porque «la paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en los derechos de los pueblos particularmente el derecho a la independencia».
Poderes fácticos como formas de colonialismo, han sido precisamente lo que los nuevos Estados combaten en beneficio de la paz y la justicia social distributiva en nuestros pueblos.

«Del mismo modo, la concentración monopólica de los medios de comunicación social que pretende imponer pautas alienantes de consumo y cierta uniformidad cultural es otra de las formas que adopta el nuevo colonialismo. Es el colonialismo ideológico. Como dicen los Obispos de África, muchas veces se pretende convertir a los países pobres en «piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco».
«El peor pecado de los medios es la desinformación, las calumnias, las difamaciones y, sobre todo, las medias verdades (…), en la actualidad, hay mucha contaminación en la labor informativa».
¿Pueden los comunicadores de la prensa mercantilista seudo independiente, negar o controvertir estas preocupaciones, que son las mismas de nuestros mandatarios en Argentina y Chile, en Uruguay, Paraguay y Brasil, en Ecuador y Venezuela? Hacerlo o pretenderlo, no es solamente cinismo sino ceguera oportunista.
Tal vez, o sin tal vez, es por todo este mensaje papal que los higiénicos e hipócritas manipuladores de lo evidente, han estado tan solícitamente empeñados en distorsionar un mensaje que los golpea en el ojo ciego de su abyecta sumisión al poder económico. El poder que no se atreven a tocar y por eso enfilan todas sus baterías contra el Poder Político democrático y popular, el más fácil de agredir y posar de “independientes”, contra el más visible, contra el que en muchos momentos de la historia de las naciones, está de lado de los oprimidos y los marginados. De los que no tienen voz, la bien pagada voz de “los pregoneros de la libertad condicionada y la democracia de papel”…

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