jueves, 10 de diciembre de 2015

Y, ahora, ¿qué?

Aparte de los errores cometidos por los gobiernos que en América Latina están intentando un cambio de paradigmas ideológicos y políticos, de las formas de gobierno y de las maneras de enfrentar la realidad económica del mundo para salir del nudo gordiano del Captialismo salvaje y del Neoliberalismo –nudo que, si no es posible desatar, habrá que cortarlo a la manera de Alejandro–; aparte de las evidentes injerencias del Imperio para desestabilizar gobiernos que quieren desatar a sus naciones de la férula imperialista; aparte de las maquinaciones de la derecha económica para crear situaciones artificiales difíciles mediante la especulación, el contrabando, el acaparamiento y la retención criminal de productos básicos de la canasta familiar; aparte de todo ello y aparte también de la desmemoria de las masas cuando han accedido a niveles sociales y económicos –subir de Estrato, se llama eufemísticamente en Colombia al arribismo– más altos que su pobreza o su miseria tradicionales, los movimientos progresistas del Sub Continente están perdiendo, si no la han perdido ya, la GUERRA DE LA INFORMACIÓN.
         Por cobardía, para que las fuerzas reaccionarias y sus higiénicos y a ratos chiros consuetas –contradicción usual en los cómodos comunicadores orgánicos de la derecha– no los tilden de “Populistas” y de querer “adueñarse” de los medios de comunicación; por irresponsabilidad, al no asumir la INFORMACIÓN como una labor concomitante y necesaria en el ejercicio del poder político; por exceso de prejuicios creyendo que la INFORMACIÓN no es asunto del Estado porque la PRENSA ES LA ENCARGADA DE INFORMAR, olvidando que la prensa privada, toda ella, es un negocio, y como tal negocio publica lo que le da réditos económicos, le produce rating y le asegura influencia en las masas populares (o sea farándula, deporte, escándalos, amarillismo, calumnias y mentiras, todo ello disfrazado de Entretenimiento); por comodidad ingenua del gobernante que piensa que su trabajo es Gobernar y Hacer Obra Pública, no difundirla porque “el pueblo se da cuenta”, aunque nunca se la da porque la gente asume que esa es la obligación del gobernante, y lo es, pero piensa que eso no requiere reconocimiento; porque muchas veces el Gobierno o sus Entes encargados de ello, confunden INFORMACIÓN con PUBLICIDAD, y de eso sí se da cuenta la gente: La información se aprecia y se asume tal, la publicidad molesta por artificiosa.
         Los gobiernos de la derecha capitalista jamás han necesitado de medios oficiales propios. Cuentan con Medios Oficiosos en el inmenso aparato propagandístico y desinformativo de las empresas mediáticas privadas, propiedad del capital nacional e internacional y, por lo tanto, sus amanuenses particulares y sus beneficiarios directos en términos de pautaje. Esos Medios, que han convertido la INFORMACIÓN, de lo que es o debería ser, UN DERECHO Y UN SERVICIO PÚBLICOS, en vulgar mercancía que se envuelve lindo, se manipula para mostrarla “mejor”, se sobredimensiona cuando se necesita o se minimiza y se esconde cuando no conviene a sus intereses económicos, han sido siempre los soportes mediáticos del poder del capital, como es lógico y es obvio. Pertenecen por derecho propio al Stablishment
La información política imparcial, verificada, investigada, contrastada y difundida sin excepciones, no es precisamente su fuerte. Al contrario, ¿no fue acaso William Randolph Hearst (El Ciudadano Kane) quien le inventó al gobierno gringo de la época, el Presidente William KcKinley, la guerra contra España para quedarse con Cuba en 1898, difundiendo la noticia falsa de que los españoles habían hundido en el Puerto de la Habana, el acorazado Maine, en uno de los recurrentes autoatentados del Imperio para justificar sus tropelías? Con cinismo sin límites, Hearst se vanagloriaba de que no sólo dinfundía noticias sino que las fabricaba. I make news, decía sonreído.
¿Es distinto hoy en día? No, si recordamos las armas de destrucción masiva en Irak, el peligro actual del régimen de Siria para la Civilización Occidental, la amenaza de Granada en los años 80s –esa islita– para los EEUU de Reagan; y para entrar en terrenos propios, la magnificación de las protestas en Quito, la invención ciertamente descarada de héroes de pacotilla y de perseguidos políticos de papel, el silencio mediático de las obras de gobierno y la escandalosa difusión de alguna frase irrelevante de algún funcionario entusiasmado o boquisuelto, en fin, los ejemplos se cuentan con las cuentas del rosario, no con los dedos…
La izquierda al mando –y no acepto que no sea izquierda: lo es, si se enfrenta al neoliberalismo y al Imperio con las armas que sean– en una parte de América Latina, Venezuela, Ecuador, Brasil, Bolivia, Uruguay, para ir bajando, no se ha detenido a pensar que las obras de gobierno, las que se hacen para el pueblo y que la derecha llama “populismo” cuando lo hace la izquierda utilizando el Presupuesto, pero se vuelve Caridad Cristiana cuando las hacen ellos a cuentagotas, necesita difusión. No publicidad, que atosiga y envilece el mensaje, sino INFORMACIÓN. Y no solo páginas web que casi nadie a quien le interesen el país y la marcha del Estado ve porque a los chicos les importa un bledo la política, los adultos prefieren farándula, fútbol, porno o crónica roja, en ese orden, y los viejos aún prefieren –preferimos– el papel periódico y las revistas QUE DICEN COSAS, que tienen contenido y lectura y que, hoy por hoy, están en manos de comunicadores de la derecha ultra e incluso fascista.
La Izquierda, que inició con Hugo Chávez el fenómeno político llamado Socialismo del Siglo XXI en 1999, nunca se percató ni entendió que ese proyecto necesitaba difusión, información, cacareo si quieren, para poder vender los huevos de la nidada de ideas que explotó en esos países, pero que se fueron quedando en el nido sin uso o con medio uso porque ninguno de  ellos, salvo Telesur en Venezuela, se atrevió a cacarearlos por las razones descritas arriba. Y estamos pagando el costo de la falta de INFORMACIÓN, asediados por la desinformación, la tergiversación, la manipulación mediática y la avalancha de mentiras con que la derecha ha venido socavando los cimientos de una construcción que en casi veinte años, quemando etapas, no ha podido horadar los viejos muros de un capitalismo que lleva mil haciendo lo suyo sin oposición ni cortapisas: explotar al planeta y exprimir a la humanidad.
EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI PODRÁ LEVANTAR ALGO LA CABEZA, RECUPERAR ALGO DEL TERRENO PERDIDO, REINICIAR EL CAMINO DONDE SE PERDIÓ LA RUTA Y CONSOLIDARLO DONDE AÚN PERMANECE EL TRAZADO, CUANDO SE DÉ CUENTA DE QUE LA AVANZADA DEL PROYECTO NO PUEDEN SER LA TEORÍA NI LAS BUENAS INTENCIONES Y NI SIQUIERA LA EJECUCIÓN DE AMBAS, SINO LA INFORMACIÓN DE LO QUE SE HACE.
Estos gobiernos nuevos que construyen un camino nuevo, necesitan de manera imprescindible y rápida una Plataforma de Medios veraces, éticos, informativos, formativos, investigadores y creadores de opinión. Medios Públicos y Comunitarios alternativos a la avalancha mediática Privada. Pero, también y cuando sea posible porque el pueblo pide información veraz de lo que hacen sus gobiernos, Medios Privados sin ánimo de lucro ni ansias de enriquecimiento: sólo medios privados autosustentables que requieren de Editores no codiciosos sino creyentes en un proyecto limpio de ambiciones mercantiles. MEDIOS PRIVADOS NO CAPITALISTAS. Y no es contradicción: ¿no es esa precisamente, la Ética y la Lógica del Socialismo?
Si hace 500 años el Capitalismo europeo se entronizó en nuestras montañas y valles y páramos con la Cruz por delante, la Espada a continuación y luego la prensa para consolidar el proceso, la Izquierda Moderna ya tiene que entender que los términos se han invertido y que el micrófono, la cámara, la prensa, el papel y la crónica, tienen que remplazar a la Cruz e ir perifoneando las acciones positivas del Estado Socialista Moderno.

PARA QUE EL PUEBLO SE ENTERE DE LO QUE TIENE Y SE CUIDE DE PERDERLO EN LA SEGUNDA ELECCIÓN POR FALTA DE DATOS… O EN LA VIGÉSIMA… 

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