A mediados de octubre se produjo, programado por la SECOM, un
debate solicitado por el Presidente de la República, dirigido a confrontar el
Modelo Económico que ha venido aplicando desde 2007, con tres de los más
caracterizados voceros de la oposición. También supuestamente expertos en los
tejemanejes de la Economía, ciencia especializada en fórmulas teóricas de buen
gobierno y, sobre todo, en explicar A posteriori las razones por las cuales sus
mágicas fórmulas no funcionaron.
Durante algo más de dos horas, tres de los debatientes, con el aporte ocasional de
algunos Ministros del área económica, dialogaron sobre el tema propuesto. El
cuarto invitado fue irrelevante: no fue a debatir sino a construir una dudosa
plataforma política.
En las horas y días siguientes, la
Prensa Privada empresarial y una parte de la ciudadanía en las redes sociales,
se limitaron a farandulizar el Debate, a elegir como en Concurso de Belleza
quién había ganado y quién había perdido, y, sobre todo, a eludir la razón de
ser del Debate.
Prevaleció, pues, la superficialidad
en los supuestos análisis. Incluso hubo quien, autonominado Intelectual
Orgánico de la Oposición y, por lo tanto, de la Derecha Ideológica del país,
encontró 9 (sí, nueve) razones para la supuesta “Derrota Presidencial”.
Razones, o “conclusiones”, que se limitaron a descalificar la participación
Presidencial, a presentar como “Ganadores” a participantes que fueron, no a
debatir dos modelos económicos sino a defender sus actuaciones como Ministros
de la Economía, cuando les correspondió esa labor.
¿Alguna explicación racional y, sobre todo, creíble, de las
razones económicas para el Feriado Bancario propiciado por una laxa Ley de
Instituciones Financieras durante el Gobierno de Sixto Durán Ballén y el manejo
económico de su Vicepresidente Alberto Dahik? No, ni una palabra para explicar,
ya que justificar sería imposible, un hecho económico que hundió al país en su
peor crisis en muchos años, y llevó a gran parte de su población a la miseria y
al exilio.
¿Alguna explicación del Economista
Mauricio Pozo acerca de su paso por el mismo Ministerio con la única
preocupación de Ahorrar los ingresos del Estado para, según él, lograr
estabilidad en el manejo de la Moneda aunque el país y sus gentes carezcan de
servicios públicos?
Pues de acuerdo con las teorías
monetaristas en las que cree el Ex Ministro a pie juntillas, los ingresos del
Estado no pueden dilapidarse en Obra Pública sino ahorrarse en previsión de las
malas épocas por venir. O, lo que es más preciso, para pagar a tiempo la Deuda
Externa que se hace necesaria porque, según tales teorías, es mejor para el
país Ahorrar sus ingresos al 1 ó 2 por ciento de interés, y, al mismo tiempo,
endeudarse al 7 u 8 por ciento para construir tres o cuatro obras
imprescindibles.
El Debate, cosa ignorada por
críticos, comentaristas incluso serios, analistas a la violeta y simples aficionados,
enfrentó dos Modelos de Gestión cuyos resultados están a la vista: ni una sola
obra de gran envergadura durante los gobiernos en los cuales participaron los
dos esclarecidos economistas. Decenas de obras evidentes y verificables
–utilizables y disfrutables por todos los ecuatorianos– durante los 8 años de
ejercicio del Gobierno actual.
A lo cual el ciudadano común puede muy bien preguntarse: ¿En qué
nos beneficiamos con esa estabilidad monetaria, esa Estabilidad en la Miseria
como la calificó el Presidente con acierto? Y también, ¿en qué o de qué nos
estamos beneficiando hoy con una obra pública que no tiene precedentes en la
historia del país?
Si nos limitamos a ahorrar el ingreso
nacional y a mantener reservas internacionales prestas a garantizar la deuda
externa, sin invertir en el futuro del país, lo más seguro es que nuestros
hijos y nuestros nietos tendrán que preguntarse si el dinero tan bien guardado
les ha servido para educarse, hospitalizarse, trasladarse por el país en vías
de comunicación a la altura del primer mundo. Y, sobre todo, si esa mezquina
política de ahorrar en las vacas gordas para cuando lleguen las vacas flacas,
no resultará en la muerte de las vaquitas porque ni siquiera se construyeron
los establos para ellas ni se sembró el forraje que necesitarían para producir
la leche que el país requiere.
La gente no se alimenta ni produce
ni progresa ni estudia ni se prepara para el futuro, viendo como el sistema
financiero engorda con los recursos del Estado, que asegura el capital y se
contenta recibiendo el 2%. El mejor ahorro para el futuro, y la mejor manera de
manejar los ingresos de la riqueza nacional por excelencia desde hace 50 años,
el petróleo, es hacer lo que se dijo que se debería hacer hace 50 años y nunca
se hizo: Sembrar el Petróleo.
Y no se siembra aumentando la cuenta
de Ahorros sino construyendo Obra Pública para hoy y para mañana.
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