Del Gran
Hermano al Gran Magnate
En 1931 Aldous Huxley escribía Un
Mundo feliz, páginas de pesadilla en las que el autor inglés presentía un
mundo futuro dominado por la ciencia y la tecnología, sobre todo por la
ingeniería genética que permitiría “fabricar” en laboratorio seres humanos
superiores, dominadores el mundo, y otros inferiores, subhumanos, en serie, los
futuros esclavos, siervos de la élite al mando.
La pesadilla de Huxley era en cierta medida contrapuesta pero
semejante a la de otro inglés, George Orwell, (1984), distopía escrita unos años más tarde y que vaticinaba el
arribo de un Estado Totalitario en manos de una burocracia –Ministerios de
Control de todo acto humano– que vigilaba hasta los menores gestos individuales.
Ambas coincidían en un porvenir horripilante en manos de unos pocos
privilegiados, burócratas o científicos. Para ambos autores, el fantasma del
Comunismo era una amenaza real contra la Democracia. Pero
Huxley, agudo observador de la realidad, veía en el Capitalismo un
sistema codicioso, concentrador de riquezas y depredador de los recursos naturales
planetarios, una tragedia humana, soterrada pero eficaz, y publicó en 1960 un
corto Opúsculo a su premonitoria novela. Lo llamó Nueva visita a un Mundo Feliz.
En esta especie de ratificación a su obra primigenia, y abandonando
la ficción por el ensayo, vaticinaba una nueva y distinta pero semejante
pesadilla: la excesiva superpoblación del mundo gracias a los avances de la
medicina que habían logrado reducir la mortalidad, y de los estorbos moralistas
y religiosos al control de la natalidad, sobrepoblación por otra parte ya evidenciada
desde Malthus, especialmente en las naciones atrasadas tecnológica y
económicamente E intuía el dominio global de una elite, ya no de científicos ni
de burócratas sino de magnates dueños de los Medios de Producción y de
Información del planeta, que manejarían y controlarían el mundo y sus riquezas,
y manipularían las masas obedientes, sumisas y sacrificables.
Los artistas y los escritores, los intelectuales en suma, suelen prever
el futuro de tal manera que el ser humano común y corriente no atina a percibir
sino cuando ya está inmerso en la nefasta realidad que aquellos le han dibujado,
pero se ha negado a ver. Más o menos como hoy, cuando ciertos sectores de la
población latinoamericana se obstinan en el curioso esfuerzo de conspirar
contra sí mismos, atacando lo que ingenuamente llaman El Poder, sin percatarse
de que ese Poder que atacan con saña, el Poder Político, es apenas la punta del
Iceberg, la parte visible del Gran Poder Global. Y, por cierto, quizá el único Poder
que puede salvar a la humanidad de la Hecatombe que construye con prisa y sin
pausa la Codicia de los poderosos.
Con tan notable cuanto insidioso esfuerzo, nuestros otrora
revolucionarios e izquierdistas no hacen otra cosa que colocarse al lado de sus
explotadores de siempre y abrirles paso a los pocos y egoístas propietarios del
mañana: los dueños del verdadero Poder Global: el Poder Económico Supranacional,
aliado casi siempre al Poder religioso monoteísta occidental, judaísmo y
cristianismo, que lo convalida y santifica. Y son esos dos poderes, Económico y
Religioso, los que ni siquiera se atreven a mencionar en sus maullidos
NEDiáticos.
Ya no serán, pues, el Gran Científico, el Gran Burócrata ni el Gran
Hermano los dueños del Mundo. Será el Gran Magnate. Mucho más insensible y
deshumanizado porque si para aquellos el ser humano tiene relevancia en cuando persona
para cuyo beneficio estudian, investigan, administran y trabajan, para los
nuevos amos prefigurados por Huxley, ese Ser Humano es sacrificable objeto de
uso, abuso y deshecho. Lo es hoy mientras los inocentes (¿?) maulladores claman
por un Cambio que no es otra cosa que el retorno a la vieja pero actual explotación
del trabajo por el capital.
Copio un fragmento del ensayo de Huxley, Nueva Visita a un Mundo Feliz (Seix Barral, 1984, pp. 34, 35). Esto
es lo que nuestros Higiénicos vienen construyendo con ceguera de topo.
“Muchos historiadores,
sociólogos y psicólogos han escrito largo y tendido y con honda preocupación
acerca del precio que el hombre occidental ha tenido que pagar y tendrá que
seguir pagando por el progreso tecnológico. Señalan, por ejemplo, que la democracia
difícilmente puede florecer en sociedades donde el poder político y económico se concentra y centraliza
progresivamente. Y he aquí que el progreso de la tecnología ha llevado y sigue
llevando todavía a esa concentración y centralización del poder. A medida que
la maquinaria de la producción en masa se hace más eficiente, tiende a ser más
compleja y más costosa y, por tanto, menos asequible para el hombre de empresa
de medios limitados. Además, la producción en masa no puede funcionar sin
distribución en masa, y esta plantea problemas que sólo
los más grandes productores pueden resolver satisfactoriamente. (1).
” En un mundo de producción en masa y
distribución en masa, el Hombre Modesto, con su insuficiente capital, está en
seria desventaja. En la competencia con el Hombre Poderoso, pierde su dinero y
finalmente su misma existencia como productor independiente; el Hombre Poderoso
se lo ha tragado. A medida que los Hombres Modestos desaparecen, un número de
hombres cada vez más reducido manera un poder
económico cada vez mayor.
”Bajo una Dictadura, la Gran Empresa, hecha posible por el avance
de la tecnología y la consiguiente ruina de la Pequeña Empresa, suele ser
gobernada por el Estado, es decir, por un reducido grupo de jefes de partido y
los soldados, policías y funcionarios públicos que cumplen sus órdenes. En una
democracia capitalista, como la de los E.E.U.U., suele ser gobernada por lo que
el profesor C. Wright Mills ha llamado la Élite
del Poder. Esta Élite del Poder procura directamente ocupación en sus fábricas,
oficinas y comercios a varios millones de los trabajadores del país, domina a
muchos millones más prestándoles dinero para comprar lo que produce y, como dueña
de los medios de comunicación, influye en el pensar, en el sentir y en el obrar
de virtualmente todo el mundo. Parodiando la frase de Winston Churchill,
podríamos decir que nunca tantos han sido tan manipulados por tan pocos”.
Huxley temía que La Gran Empresa manejada por el Estado, convirtiera
al ser humano en un eslabón atado a la cadena de trabajo dirigida por la
Burocracia. Sin embargo, para el Estado Administrador, a pesar de la supuesta,
magnificada o real indolencia corrupta de su burocracia, el ser humano no
pierde su calidad de tal y, aunque sea de manera ineficiente, es sujeto de
preocupación y de acciones favorables que lo mantengan uncido al trabajo
colectivo. Para el Gran Magnate, para el Capitalismo Salvaje, el ser humano es
apenas una prescindible tuerca en el engranaje gigantesco de explotación y
servidumbre, no sólo reemplazable sino que ese es el destino que conviene para
la productividad: que la tuerca gastada sea remplazada por una nueva que
mantenga el ritmo productivo. ¿La vieja? A la basura… O a la jubilación
precaria y humillante.
¿O ya olvidamos las 700 humildes mujeres que por un dólar diario
de salario miserable trabajaban en Bangladesh para las “Grandes Fábricas del
saber occidental” en un edificio en ruinas que les cayó encima y les causó la
muerte sin que a los Grandes Magnates de la Moda se les moviera una ceja?
Parecería preferible, simplemente por instinto de conservación,
que al menos en la explotación y administración de los Recursos Naturales de
nuestras naciones, fuera el Estado Burocrático el Gran Empleador, y no el
codicioso Gran Magnate para quien el ser humano no vale ni siquiera el esfuerzo
de reparar una estructura o subvencionar las víctimas de su desidia criminal. Porque
no creo que las víctimas de Bangladesh hayan tenido Seguro de Vida. Pero las
máquinas y el ruinoso edificio, seguramente sí…
1) La Economía
de Escala solo es posible para los que pueden, porque tienen.
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