sábado, 25 de abril de 2015

De Tres Alegres Compadres… minadores.

Comparto con los lectores de este blog el recuento de la suciedad que hay detrás del párrafo publicado en FACEBOOK, en el Muro de Sergei Biblos, por Freddy Russo, que a la letra dice:

·       Freddy Russo Scudieri Omar Ospina G. a más de acusado de plagio (Revista Diners # 392 enero del 2015), por no citar los libros de donde saqueas los datos para tus artículos, aparentando ser un "sabio-hondo", ahora eres también mentiroso ? Que tú me "llevaste" a la revista Diners ? "porque conocía de jazz" ? Tamaña mentira. ! Te estás volviendo un viejo verde, además ya veo que te están cayendo todos los achaques. (SIC).

Pasando por alto la extraña referencia generacional de este jovenzuelo de la Tercera Edad, esta es la vera historia de Procopio; como la viví se las copio, parafraseando una vieja frase.

La sola mención a un plagio resulta muy diciente de la personalidad de Russo quien, con increíble irresponsabilidad intelectual pero menos increíble bajeza, ha tenido ojo para la carta de marras, y no para la respuesta del autor del artículo difamado, sita en la página del frente de la misma revista donde se publicó la burda calumnia, con mi anuencia pues me fue consultado el tema por el Director Editorial (Revista Diners # 392). Ni tanpoco haya tenido la deencia de leer y confrontar mi artículo con el mediocre mencionado por el calumniador, un tal Eduardo Moreno [eduardomoreno1492@aol.com], y publicado en el Diario El País de España por Ana Alfageme en enero de 2012, no se sabe a cuento de qué pues el centenario del nacimiento de la actriz motivo de la crónica, Heddy Lamar, sería dos años más tarde, cuando se publicó mi artículo, y su muerte había ocurrido en enero de 2002. Lo pueden encontrar en: (http://elpais.com/diario/2012/01/07/revistasabado/1325890803_850215.html)
Eso es mirar con un solo ojo: el de la insidia. Para escribir, consulto mi biblioteca, suficiente para mis necesidades. Eso ayer; hoy, además, la biblioteca universal que es wikipedia, con el criterio que me permiten 50 años de ejercicio periodístico en mis dos países. No abuso de citas textuales porque no me interesa que mis artículos parezcan Casa de Citas. Estudio, investigo, analizo, trato de comprender el tema del que me ocupo, tomo notas y desarrollo con mi criterio y mi estilo, que puede gustar o no pero es el mío, los muchos temas que me interesan. Si Russo se considera especialista exclusivamente en Música para no ser sabihondo, es su problema. Yo soy especialista en generalidades. No soy científico ni sabio ni experto en nada ni pretendo serlo: sólo periodista investigador.
Russo, excepto en citas textuales o para comentarios ajenos como lo exige la ética, jamás incluyó fuentes de consulta y la Revista nunca se las exigió pues confía en la solvencia y honestidad de sus colaboradores. Aparte de que es una revista de Cultura General, no una Revista científica o académica cuyas exigencias bibliográficas son distintas, como debería saber el musicólogo. ¿Cómo obtenía sus datos? Pues como yo o como cualquier investigador: de libros, enciclopedias, revistas y periódicos del mundo, o de sus recuerdos personales de lecturas y gentes conocidas. No creo que se los haya soplado al oído el Espíritu Santo, o los haya adquirido por ósmosis, ni que le hayan venido con el ADN.
En cuanto a su fugaz paso por la revista Diners, números 75, 79, 82, 84 y 88, de agosto de 1988 a septiembre de 1989, diré que Russo jamás fue miembro de su Consejo Editorial: yo sí. Desde 1981 y hasta hoy, aunque estoy alejado este año. Y jamás le invitaron a una sesión, como ocurría en esos tiempos con algunos colaboradores de indiscutible nivel intelectual, de modo que desconoce la mecánica interna y los temas que allí se tratan. En una de esas sesiones a fines de los años 80s., vimos la necesidad de que alguien escribiera sobre música. Yo, que le conocía y sabía de sus aficiones musicales, propuse su nombre, que fue aceptado no sin algún comentario adverso. El contacto lo hizo quien tenía que hacerlo, el Coordinador de la Revista en ese momento, responsable de su Edición. Y quien no tenía por qué explicarle de donde salió su nombre pues no era de su incumbencia. Y como no reclamo ni cobro “servicios”, si así puede llamarse, jamás se lo comenté. No era pertinente. Poco después, Russo salió de la revista por un encuentro tirante con el Gerente, quien se quejó en el Consejo Editorial de la forma poco elegante en que el escribidor –perdón: musicólogo– hizo un reclamo atinente a sus honorarios. Consta en Actas. Se decidió no pedirle más colaboraciones y no tengo por qué descender al chisme de mencionar quienes se alegraron de ello.
Lo propuse a él y a otros autores y artistas, porque era y es el trabajo de los miembros del Consejo Editorial: Proponer temas y autores. Russo debería tener la decencia de no desmentir lo que desconoce cuando lo dice quien si conoce del asunto. Y menos debería, por igual decencia, difundir la mentira de que salió de la revista por mi causa, para sorprender a personas mutuamente cercanas que confiaban en su poco confiable sinceridad. Como no me conoce, no sabe que no peleo espacios ni en mis relaciones personales ni en los lugares de trabajo. Por mí, sigan no más y buen provecho…
Lo cual me recuerda y lo traigo a colación pues esta no es la primera insidia de esta clase y el tema fue tan patético como ridículo, que hace algunos años un cantautor de reconocida fama municipal y autor de un par de canciones pedestres, aunque muy aplaudiddas por sus incondicionales y sus fans femeninas pues hasta guapo y conquistador se considera (y es), “encontró” plagio en un artículo mío sobre la Base Baltra, publicado en la Revista Mundo Diners, Nro 246 de novimbre de 2002, seis (sí, 6) años ANTES de su genial y famosísimo libro sobre el mismo tema, publicado, según consta en la abundosa Autobiografía de sus múltiples realizaciones intelectuales incluida, no en alguna enciclopedia del Arte sino en su página web personal, en 2008. (Baltra-Base Beta, Galápagos en la II Guerra Mundial. La Palabra Editores, 2008).
Lo cual, sin duda, pertenece a la ciencia ficción: un plagio anterior a la “obra maestra”… ¿no será por ventura suficiente para graduarme de adivino? Hasta podría poner un Consultorio Astrológico… 
Lo que al parecer ignoran los dos calumniadores, el buscaplagios y el quejoso extemporáneo, así como el repetidor de calumnias, Russo, es que desde las primeras palabras en castellano o español, escritas a fines del Siglo IX por los frailes de San Millán de la Cogolla en las llamadas Glosas Emilianenses, el idioma incrementa año a año un acerbo de palabras que hoy pueden superar los 100 mil términos, que SON DE USO COMÚN para más de 500 millones de hispanohablantes. Si a eso se agrega que la combinación de las 27 letras del alfabeto castellano permiten millones de variables, tenemos que todos somos plagiarios si se mira con mala leche, envidia o complejito no resuelto. Todos, desde el discurseador de tarima, hasta el tartamudo del pueblo, pasando, claro, por los buscadores de basura y los repetidores de injurias, que ni siquiera se atreven a inventar las propias. Y si además agregamos que todos los temas fundamentales de la existencia humana ya fueron descritos y bellamente expuestos por los dramaturgos griegos, con mayor razón seríamos todos plagiadores y copietas si no fuera por un pequeño elemento que se les ha escapado a los tres alegres calumniadores: El Estilo personal de cada quien. Dice la vieja sentencia que El estilo es el hombre. De modo que esperaré sentado a que uno de los tres, o los tres al unísono porque dios los crea y ellos se arrejuntan, encuentren una frase o un párrafo en las andanzas escudriñadoras de su eficiente trabajo de minadores, que sea exactamente igual a los utilizados por mí en todos mis artículos en 50 años de pergeñar crónicas y relatos. No califica el uso de palabras iguales: son patrimonio común de la comunidad hispanohablante… 

En fin, que Russo está muy viejo para tratar de desmentir lo que desconoce, o para sumarse a las acusaciones injuriosas de un ignorante. No debería ponerse, a su edad, en ese triste papel de minador en busca de basura. A nuestra edad, si no se respetan las canas ajenas, al menos se deberían respetar las propias. Y el cantautor, mejor se dedique a incrementar su vasto repertorio de dos canciones y no invente plagios anteriores a su Creativo trabajo musiliterapoé… lo que sea.

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